miércoles, 8 de febrero de 2012

1.1.1 El descubrimiento del principio transformante


                    EL DESCUBRIMIENTO DEL PRINCIPIO TRANSFORMANTE

Hace muchos años, investigadores como: Griffith, Avery y cols; y Hershey y Chase, pensaban que existía “algo”, que se transmitía a la descendencia (posterior generación), para que esta tuviese la información de su progenitor, ese “algo” pensaban que eran las proteínas. Ellos realizaron distintos experimentos con bacterias (bacterias que transmiten la enfermedad de la neumonía), en uno de los experimentos se utilizaron en ratones, luego en otro experimento se realizaron preparaciones utilizando enzimas para ir eliminando cada uno de sus componentes, como proteasas (degrada proteínas) y otras que degradan el material genético por separado (ADN y ARN). En uno de los últimos experimentos utilizaron el virus del mosaico del tabaco, creando un híbrido. En cada uno de estos experimentos observaron que las proteínas no eran ese “algo” que se transmitía a la descendencia para que esta tuviese la información de su progenitor, sino que ese “algo” era el ADN. A este “algo” lo llamaron principio transformante, porque ellos observaban que cuando se le inyectaba a los ratones bacterias, unas virulentas (producía neumonía), otras no virulentas (no producen neumonía) y por ultimo bacterias virulentas muertas por calor, junto con las no virulentas el ratón presentaba neumonía, esto le daba el indicio que existía un principio que trasformaba las bacterias (la descendencia) en virulentas.

                                EXPERIMENTOS DE GRIFFITH (1928)

En 1928 en el transcurso de sus experimentos con la bacteria Streptococcus pneumoniae, Frederick Griffith había hecho una misteriosa observación. Esta bacteria humana causante de la neumonía humana, es normalmente letal para los ratones.

 Griffith utilizo en sus experimentos dos cepas que se distingan por la apariencia de las colonias crecidas en laboratorio. Las células de una de las cepas, de tipo virulento normal, están rodeadas por una cápsula de polisacáridos que le da a la colonia apariencia lisa (smooth); de ahí llamada estirpe S. Las células de la otra cepa  no virulenta que se reproduce en los ratones pero no es letal, carecen de esta cápsula de polisacáridos, lo cual hace que las colonias tengan apariencia rugosa; esta es la denominada estirpe R. Griffith mato algunas células bacterianas  virulentas, hirviéndolas e inyecto las células muertas en ratones. Los ratones sobrevivieron, demostrando así que las cápsulas de las células no provocan la muerte.  Sin embargo, ratones inyectados con una mezcla de células de la estirpe R y la estirpe S, murieron. Además podían recuperarse  bacterias vivas de los ratones muertos; esta producían colonias lisas y en subsiguientes inyecciones eran virulentas. De alguna manera, los restos celulares de la estirpe S hervidas habían convertido a la estirpe S vivas. Este proceso se denomina transformación.



     

                              EXPERIMENTOS DE McLeod y Mc McCarthy (1944)

En 1944, Oswald Avery, C. MacLeod y M. McCarty separaron los distintos tipos de moléculas que se encuentran en las células S   muertas y estudiaron su capacidad de transformación por separado.  Estas pruebas demostraron, en primer lugar, que la acción patogénica,  no es solo la expresión fenotípica de la virulencia. Tras el escrutinio de los diferentes compuestos (Polisacáridos, Lípidos, RNA, Proteínas y DNA). Descubrieron que solo DNA, inducía la transformación de las células del estirpe R, si no que el DNA es el agente que determina la aparición del polisacárido.



                        

                              EXPERIMENTOS DE HERSEY Y CHASE (1952)

Hershey y Chase llevaron a cabo experimentos con el fago T2, un virus cuya estructura había sido recientemente investigada mediante microscopio electrónico. El fago consiste únicamente en una cubierta proteica o cápside que contiene su material genético, e infecta a una bacteria cuando se adhiere a su membrana externa, inyecta dicho material y le deja acoplado el cápside. Como consecuencia, el sistema genético de la bacteria reproduce el virus.

En 1952  Alfred Hersey y Martha Chase, usando el fago (virus T2). Su razonamiento fue que la infección del fago debe implicar la introducción dentro de la bacteria de la información que dicta la reproducción viral.
El fago es relativamente simple ya que la mayor parte de su estructura es proteína  en cuanto a la composición molecular. Alfred Hersey y Martha Chase descubrieron que las  proteínas no se encuentra fósforo, que si forma parte del DNA e inversamente, el azufre está presente en  las proteínas pero nunca en el DNA.

Para ello Hersey y Chase marcaron el DNA del fago con un radioisótopo del fósforo (P32)  y las proteínas con azufre (S35), en cultivos distintos de fagos. Usaron entonces cada cultivo por separado, para infectar E. coli con muchas partículas de virus por cada célula.  Tras dejar tiempo suficiente para que se produjera la infección, separaron de las células bacterianas las carcasas vacías de los fagos llamadas “fantasmas” mediante agitación con una batidora de cocina.  Posteriormente separaron las células bacterianas de los fantasmas de los fagos, mediante centrifugación, y midieron entonces la radioactividad en las dos fracciones. Cuando se usaron los fagos con P32, la mayor parte de la radioactividad terminaba en las células bacterianas, indicando que el DNA viral entraba en las células. Cuando se usaron fagos los fagos marcados con S35, la mayor parte de la radiactividad terminaba en los fantasmas virales, indicando que la proteína viral nunca entra en la célula bacteriana.

   




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